Empezar yoga es un acto de amor hacia ti verdaderamente transformador, realmente puede mejorar tu vida en todos los aspectos. Pero como todo lo que iniciamos, a veces puede generar dudas o frustración… «yo no sirvo para esto, no soy flexible, soy muy mayor para empezar a practicar», y un largo etcétera por el que han pasado la mayoría de personas que hoy son practicantes experimentados e incluso profesores.
Hoy quiero contarte cuáles son algunos de los errores más comunes que veo en quienes dan sus primeros pasos… y cómo puedes evitarlos, o por lo menos captarlos antes de que te afecten, con suavidad, compasión y presencia. Algunos por supuesto los he vivido en mis propias carnes, y sé que tener en cuenta todos estos errores cuando estás empezando a practicar yoga, puede hacer que nunca te alejes del sendero del autoconocimiento.
Querer Hacerlo Perfecto desde el Primer Día
Uno de los errores más comunes al comenzar yoga es creer que tenemos que hacerlo todo “bien” desde el inicio. Posturas perfectas, respiración profunda, mente calmada… como si el yoga fuera una coreografía que hay que ejecutar con precisión, que al final sí lo es, pero es tu coreografía, la de nadie más.
El yoga no es una perfección externa, sino una presencia interna. Un camino de regreso a ti, y desde el principio se disfruta este camino, cada paso, cada apertura, cada comprensión o pequeño logro te acerca más a ti. No es un escenario donde haya que demostrar nada a nadie, y eso es importante entenderlo desde el principio.
La idea de perfección suele venir acompañada de exigencia, juicio o frustración, a veces de todas a la vez. Tal vez te des cuenta de que te comparas con la profesora, con una compañera, o con alguien de una fotografía de las redes, o un vídeo. Tal vez sientas que no eres lo suficientemente fuerte, flexible o equilibrad@… Pero quiero recordarte algo muy importante:
✨ No necesitas hacerlo perfecto. Solo necesitas empezar a hacerlo estando presente.
Cada vez que respiras de manera consciente, eso ya es yoga. Cuando centras toda la atención en lo que está pasando ahora, sintiendo, escuchándote, volviendo a ti, sin juicio, estás practicando yoga.
Con el tiempo de práctica el cuerpo aprenderá, poco a poco irá abriéndose, con cariño. Y la mente cada vez se sentirá más calmada, enfocada y presente. La unión del movimiento de tu cuerpo y la presencia de tu mente, junto con la respiración… forman un circulo infinito en el que se sostienen lo uno a lo otro. Disfrutando de cada respiración y agradeciendo cada movimiento.
Créeme, al final va a ser así. Y todo eso solo sucede cuando sueltas la presión de hacerlo bien… y eliges hacerlo con ternura.
¿Cómo evitar este error?
– Entra en cada práctica como quien entra en un templo: con reverencia, no con exigencia.
– Recuérdate que tu única tarea es sentir, no impresionar.
– Si te equivocas, sonríe. Si pierdes el equilibrio, respira. Si algo no sale, abrázate. No pasa nada!! Es lo mismo que nos sucede a tod@s.
Estás aprendiendo algo sagrado: volver a ti.
Compararse Con los Demás
Al empezar yoga, es muy fácil caer en la trampa de la comparación. Estás en una clase y empiezas a mirar de reojo a esa persona que se pliega como una flor de loto sin ningún tipo de esfuerzo. O quizás ves vídeos en redes donde todo parece fácil y perfecto: cuerpos delgados, flexibles, sonrientes… y una voz interna te susurra: “Yo no soy así. No lo hago tan bien. No soy suficiente.”
Pero esa voz no eres tú. Es solo el eco de una cultura que nos enseñó a competir en lugar de conectarnos. Y en realidad esto pasa por no aplicar los pasos mencionados anteriormente. Si es un camino profundo de autoconocimiento… ¿qué tienen que ver aquí los demás?
La verdad es que no practicas yoga para competir con nadie. Tu camino es íntimo, único y muy profundo. Cada cuerpo es totalmente distinto, cada cuerpo ha vivido una historia, cada alma tiene su ritmo. Tu práctica es un espejo que refleja cómo estás hoy. Compararse con otra persona es como comparar un árbol con una estrella: no tiene sentido, ambos son bellos en su propia esencia.
✨ La única comparación que importa es con la versión de ti que olvida amarse.
Y tu práctica es precisamente un espacio para recordártelo.
¿Cómo evitar este error?
– Cierra los ojos durante algunas posturas y siente desde dentro, que tus ojos sean el movimiento de la respiración en el cuerpo.
– Agradece lo que tu cuerpo puede hacer hoy, sin exigirle más.
– Si estás en clase, celebra el progreso de otros como si fuera tuyo, sin olvidar que tú también estás creciendo.
– Recuerda: lo importante no es cómo se ve la postura, sino cómo se siente.
El yoga no es una performance, es un reencuentro contigo. Y tú, tal como eres hoy, ya eres dign@ de amor, presencia y luz.
Ignorar las Señales del Cuerpo por Seguir una Postura
Cuando nos iniciamos en la práctica de yoga, a veces sentimos la necesidad de “encajar” en la forma que vemos en la profesora, en una imagen o en un vídeo. Intentamos imitar la postura tal cual, aunque el cuerpo nos avisa sutilmente de que no está listo… o incluso nos grita que algo duele. Aquí puede aparecer una lesión, y el yoga practicado desde la escucha es de todo menos lesivo.
Esta desconexión sucede porque hemos aprendido a buscar validación externa, incluso en algo tan íntimo como el movimiento. Vamos a pararnos a releer esto ultimo, ¿no te parece muy fuerte?.
Pero resulta que el yoga no se trata de copiar una forma: se trata de habitar tu cuerpo. Y tu cuerpo es sabio. Siempre te está hablando. A veces con un cosquilleo, otras con tensión, a veces con placer o incomodidad…
Y cuando ignoramos esas señales por querer “hacerlo bien”, lo que en realidad estamos haciendo es desconectarnos de lo más valioso: la escucha interior.
✨ La postura perfecta no es la más profunda. Es la más consciente.
Aquella en la que respiras, sientes, y te respetas. Aquella donde hay espacio para ser tú.
¿Cómo evitar este error?
– Muévete despacio y escucha: ¿cómo se siente esto en mi cuerpo hoy?
– Si algo duele, no estás haciendo yoga: ajusta, suaviza, sal de la postura si lo necesitas.
– Usa apoyos sin dudar: bloques, cojines, mantas… son aliados, no muletas.
– Recuerda que el yoga no te exige nada. Al contrario: te invita a soltar toda exigencia.
No estás aquí para forzarte, sino para florecer. Y para florecer, necesitas tierra fértil: respeto, paciencia y mucha ternura contigo.
Respirar de Forma Superficial o Contener la Respiración
Una de las cosas más comunes ( y menos conscientes ) al empezar a practicar yoga es… olvidarnos de respirar. En el esfuerzo por intentar sí o sí hacer bien la postura, mantener el equilibrio o coordinar un movimiento, muchas veces la respiración se vuelve corta, tensa… o incluso se detiene sin que nos demos cuenta.
Pero la respiración es el alma del yoga. Sin la conexión con la respiración, el movimiento es solo ejercicio. Pero respirando de la manera adecuada, con consciencia, el movimiento se vuelve meditación, y eso es yoga. Respirar conscientemente te ancla al momento presente. Te ayuda a sentir, a soltar, a abrir nuevos espacios que habitar dentro de tu cuerpo, espacios donde antes había rigidez.
Cuando respiras de verdad, tu práctica se transforma: ya no es solo una secuencia, es un ritual sagrado de conexión contigo. Es la clave, para poder escucharte, mantenerte consciente en tu practica y de verdad poder beneficiarte de cada movimiento, de cada asana.
✨ No hay prisa. No hay meta. Solo una respiración que te devuelve a casa, una y otra vez.
¿Cómo evitar este error?
– Comienza cada práctica con unos minutos solo para respirar y sentir.
– Durante las posturas, haz pequeñas pausas para observar: ¿estoy respirando libremente?
– No intentes forzar una respiración “perfecta”. Solo hazla consciente, suave, presente.
– Exhala con intención, dirige la exhalación suavemente a las zonas que sientas más tensas. Inhala como si recibieras luz, energía.
Y si un día sientes que no puedes moverte, permiteté respirar profundo y quedarte en savasana, también estás practicando yoga. El yoga empieza en el aliento, no en la postura.
Pensar que Hay que ser Flexible o Fuerte para Hacer Yoga
Una de las creencias más extendidas sobre el yoga es que “no es para mí porque yo no soy flexible” o “necesito estar en forma antes de empezar”. Yo a esto lo llamo, las excusas del subconsciente para que no salgas de tu zona de confort.
Esta idea ( alimentada muchas veces por imágenes idealizadas en redes sociales ), hace que muchas personas se alejen del yoga sin siquiera darse la oportunidad de experimentar lo que el yoga significa. El desconocimiento de lo que en realidad significa practicar yoga para uno mismo, hace que se pierdan de algo que transformaría su salud, autoconocimiento y bienestar en general.
Pero déjame decirte algo, con el corazón en la mano:
No necesitas un cuerpo específico para hacer yoga. Solo necesitas un deseo de mejorar y de reconectar contigo. El yoga no es un espectáculo de posturas avanzadas.
Es una práctica de escucha, de presencia y de amor hacia tu cuerpo tal y como está hoy.
La flexibilidad y la fuerza pueden ser las consecuencias naturales de la práctica constante, sí… Pero nunca son requisitos para empezar. Lo que sí se necesita es humildad para habitar el cuerpo con ternura, y valor para sentarte contigo, con lo que hay, sin máscaras, sin expectativas.
✨ El yoga no es una meta física. Es un viaje interior.
Y en ese viaje, cada cuerpo es bienvenido. Cada límite es sagrado, cada paso es válido.
¿Cómo evitar este error?
– Recuerda que tu cuerpo es perfecto tal y como es hoy.
– Practica con amor, no con exigencia. Ajusta, adapta, respeta tus límites.
– Usa variantes, apoyos, y todo lo que necesites para sentirte sostenid@ y segur@.
– Si surge una comparación, vuelve a tu respiración, siéntete y disfruta.
El yoga es para ti. No importa tu edad, tu experiencia, tu historia o tu condición física. Si puedes respirar, puedes hacer yoga. Y si haces yoga con el corazón abierto… estás exactamente donde necesitas estar.
Saltarse la Relajación Final (Savasana)
Después de moverte, estirarte, respirar y soltar, llega el momento más importante de la práctica, el momento de descanso, de quietud absoluta: Savasana, la postura de relajación final. Y sin embargo, es uno de los momentos que más personas tienden a saltarse. A veces por falta de tiempo, otras veces porque la mente ya quiere “pasar a lo siguiente”, o incluso porque, al principio, muchas personas se incomodan muchísimo al estar quietas consigo mismas, les incomoda más que cualquier postura difícil, y esto también es para pararse a pensar… ( si eres de estas últimas no te preocupes, la práctica también transformará eso en ti )
Savasana es el alma de la práctica. Es el momento en el que todo lo que hiciste se asienta: la energía, el cuerpo, la mente, el corazón. Es el momento en el que se reciben los beneficios de la práctica. Es un descanso muy profundo y consciente. No es “hacer nada”, es recibirlo todo.
✨ En Savasana, no haces yoga: te conviertes en yoga.
En esa entrega, en ese soltar, ocurre una integración silenciosa que te transforma desde dentro, y eso lo vas a sentir, es «el estado de savasana».
Saltarse la relajación final es como preparar un delicioso postre y no comértelo. Tu cuerpo lo necesita, tu alma lo agradece, tu energía se renueva en ese instante de rendición.
¿Cómo evitar este error?
– Reserva al menos 5 minutos al final de cada práctica, incluso si ha sido corta.
– Si te cuesta quedarte quiet@, colócate una manta sobre el cuerpo, una almohada bajo las rodillas, o una bolsita de ojos: rituales que inviten a la entrega.
– Puedes acompañar ese momento con una afirmación, una visualización o una música suave.
– Recuérdate que en Savasana no estás “perdiendo el tiempo”: estás cultivando el descanso consciente, algo profundamente sanador.
Permítete ese cierre sagrado. Es tu regalo final, tu regreso al corazón.
Recuerda
Empezar yoga no se trata de hacerlo perfecto, ni de cumplir expectativas, ni de forzar el cuerpo.
Se trata de volver a ti, con honestidad, con paciencia, con presencia.
Cada error es una oportunidad de conocerte más.
Cada intento es una semilla que estás plantando en tu camino interior.
Estás aprendiendo a habitarte.
A respirar más profundo, a escuchar sin juicio, a moverte desde el alma.
Y eso ya es un acto de amor inmenso.
✨ Que tu práctica sea un refugio, no una exigencia.
✨ Que tus errores sean puertas, no barreras.
✨ Que tu camino sea suave, pero poderoso.
Si estás dando tus primeros pasos, te abrazo desde aquí. Y si necesitas una guía amorosa para comenzar, puedes probar esta [meditación para principiantes] o esta [clase de yoga suave], pensadas especialmente para ti.
Si sientes que esto puede ayudar a alguien, no dudes en compartirlo. ¿Quiéres contarme cómo son o cómo fueron tus inicios en yoga? Te leo.
Gracias por estar aquí. Gracias por elegirte.